Dedicado a todas vosotras, mujeres conscientes y empoderadas. Ahí va!
Hace unos años formé parte de un círculo de mujeres del que aprendí muchísimas cosas que llevo conmigo como tesoros, como claves de vida que me han ayudado a sanar y crecer emocionalmente y que han nutrido y fortalecido mi despertar.
El círculo de mujeres es un espacio de encuentro, de acompañamiento, de escucha, de compartir, de crear, de ser... un reencuentro con el universo femenino, en el que mujeres en movimiento, con la mirada, la respiración, la palabra, y mediante la danza, la pintura y otras artes se reconocen, se comprenden y se apoyan.
La energía vital y creadora que se generaba en esas reuniones era elevada a la enésima potencia, por el solo hecho de estar juntas, en actitud presente y consciente.
Recuerdo el final de la primera sesión cuando formamos todas un círculo con los brazos entrelazados, y bajo una inspiradora música de fondo, sentimos una sensación de calidez y energía que provenía del interior de cada una de nosotras, dando lugar metafóricamente a un cálido y potente fuego que envolvía toda la sala y multiplicaba las vibraciones positivas hasta el infinito.
Y es que cuando las mujeres nos juntamos la energía individual se suma a la de las demás y se genera un poder sagrado que retorna a cada una aumentando su fuerza vital. Es como si creáramos una conciencia colectiva de nuestra sabiduría ancestral y nos diéramos permiso para celebrar lo femenino, lo nuestro, la esencia, nuestro lado sensible y poderoso que da paso a una legítima libertad física, mental, emocional y espiritual.
Con el tiempo he percibido cómo esa experiencia me ha ido transformando, permitiéndome ser quien soy, reconociendo mi luz, conectándome con mi centro y fijando cada vez más mis raíces a la
tierra. Todo se resume en una agradable sensación de confianza en mí y en mi sabiduría interna. Y ante esto, no me hace falta más.
Considero fundamental que la mujer viva en armonía consigo misma, reconciliada con su género y recupere su poder personal. Por eso, como mujer me permito habitarme, comprenderme, cuidarme, experimentarme, nutrirme con la savia de la tierra y dejarla fluir a través de mi.
En este camino de regreso al hogar me siento en conexión con las distintas partes que me integran, dando espacio a ese alma femenina, perceptiva, intuitiva, salvaje y con inmenso poder creador...
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Imagen 1 y 2: fuente, Google