Maternidad consciente, presente y responsable

Ser padres puede ser un camino espiritual hacia el despertar de nuestra conciencia si lo queremos aprovechar como tal - Naomi Aldort

En pocos días mi hijo cumple 5 añazos y echando la vista atrás, en todo este tiempo mi vida ha cambiado radicalmente. Verlo con perspectiva, la que dan los años de crianza, me hace darme cuenta de que gran parte de este cambio radica en el conocimiento que me está aportando la maternidad a todos los niveles.

Al nacer mi hijo, la desinformación que tenía sobre los cuidados de los bebés y la educación de los niños era tan enorme que, aún poniendo empeño en leer a expertos, no me pude hacer una idea de las dimensiones que su llegada iba a producir en mí y en mi cómoda y fácil vida anterior.
Aunque me contaron sobre ello no fue posible evitar que se tambalearan mis cimientos. Ha sido todo este tiempo de experimentación, de prueba y error, de lanzarme a la piscina, de empaparme los pies, de enfangarme en el barro... el que me ha servido para aprender, ser consciente de la nueva realidad y conseguir orden y claridad en mi vida.

Tanto a nivel práctico, con los nuevos horarios, rutinas, prisas, lugares (léase parques, piscina de bolas, cumple de peques...) como a nivel interno suele suponer un cambio que desestabiliza en gran medida, pero sólo si lo sabes ver con la suficiente apertura, puede servirte como "lanzadera" para abrirte a nuevos mundos, nuevas maneras de comprensión de la realidad, nuevos aprendizajes.

Y en el balance está la justa virtud.

Con la maternidad obtienes un nuevo modo de ver la vida y si te lo permites, 
te abres a una nueva forma de ser 

Una vez balanceada, desde que he empezado a acompañarme emocionalmente y desde el momento en el que he podido empezar a acompañar a mi hijo en su viaje emocional, - acompañándonos los dos - vivimos intensamente el día a día, el aquí y ahora, sin más pretensión que disfrutar juntos del camino. Nos reímos juntos, nos emocionamos, nos sorprendemos con cualquier simplez; él tiene todo un mundo por descubrir y yo le acompaño en ese descubrimiento, lo que a mí también me hace ver la vida desde otra óptica, sobre todo de manera sencilla y respetuosa.
Esto es de un gran valor para mi hijo ya que puede disponer de mi atención, comprensión y apoyo en cualquier momento. Él lo sabe, hace uso de ello y lo disfruta.

Hay un antes y un después de la maternidad

En estos últimos años he aprendido 3 máximas fundamentales, que se han convertido en mi modo de vida y que aplico con honestidad en esta nueva etapa de maternidad:
Consciencia, presencia y responsabilidad
- poner consciencia en lo que hago es darme cuenta de mis sentimientos. Es aceptar toda la variedad de emociones y escucharlas sin juzgarlas, aceptarlas y darles expresión. Es poner cabeza y corazón en la crianza. Es no actuar con el piloto automático, sino cuestionarme si la manera de educar que llevo incorporada es la que quiero ofrecer a mi hijo o quizá hacerlo de otra manera; y entonces buscar mi manera, la que va conmigo.

- tener presencia es estar disponible para mi hijo, permanecer tiempo con él, y que sea de calidad. Es estar presente con todo mi ser, ofrecerle atención plena y disfrutar juntos. Es verme a través del espejo que es mi hijo. También es estar en mí misma, cuidar de mí y de mis necesidades, ya que cuanto más "limpia emocionalmente" esté, más voy a poder ofrecerle y de mejor calidad.

- actuar con responsabilidad es comprometerme conmigo en la crianza de mi hijo, hacerme cargo de la situación en la que estoy, que yo elegí un día y con la que debo ser consecuente. Es aceptar que como madre tengo un papel fundamental en su desarrollo emocional y desde ahí, aprender a transformar momentos de conflicto en momentos de crecimiento.

DECALOGO + 2 cosas de las que me he dado cuenta en estos 5 años con mi hijo:

- que ser madre es un arte que se aprende y se practica cada día.
- que el amor es cuidar, respetar, ofrecerle un entorno sano para que crezca feliz.
- que consiste en acompañarle en su camino, hasta que él pueda hacerlo por sí mismo, de manera autónoma, firme e íntegra.
- que estar sana emocionalmente me permite proporcionarle herramientas muy valiosas para que él también lo esté.
- he aprendido a crear un espacio de contención, positivo y respetuoso para que se desarrolle plenamente.
- a permitirle ser lo que es y lo que quiera ser en la vida, a aceptar su camino.
- a ser un buen ejemplo para él; recordemos que los niños aprenden lo que viven y se fijan en nosotros constantemente.
- la importancia de crear un hogar flexible con normas y límites, que sean los justos y necesarios para su buen desarrollo y bienestar.
- lo que significa ofrecer tiempo de calidad, que es un tiempo de atención plena y sostenida, de disfrute con el niño.
- ayudarle a conocer sus emociones y permitirle que las viva en toda su intensidad y no las niegue.
- que educar desde la esencia es darle unos valores, para que se mueva por la vida de manera confiada, segura y autónoma.
- que lo mejor que le puedo dar es mostrarle con honestidad lo que soy: sencillamente un ser humano.

Considero que en este tiempo he pasado de sentirme desconectada de mí y de mi realidad, a convertirme, valga el símil, en una leona que defiende su vida y la de su cachorro ante cualquier circunstancia, y aunque sé que es mi hijo para toda la vida, mis cuidados y mi "área de influencia" llegan hasta que él se maneje por la vida por sí mismo, tratando por tanto de no sobreprotegerle.
Simplemente me recuerdo a mí misma esta frase:

Hay dos regalos que debemos dar a los hijos: uno son raíces y otro son alas.

¡Feliz cumple pequeño! me siento dichosa de que me hayas elegido como madre, feliz por compartir tanto contigo y por poder caminar juntos hasta que tú decidas alzar el vuelo.