5 regalos que me ha traído la maternidad

La maternidad es un camino hacia la madurez y el crecimiento si nos atrevemos a aprender más y a enseñar menos - Naomi Aldort


La maternidad te cambia la vida. Esto es así. No a todas las mujeres nos sacude con la misma fuerza pero así ha sido en mi caso. El profundo cuestionamiento de las circunstancias que actualmente me rodean ha transformado mi visión de la vida. Ser madre me está haciendo crecer y por ello le estoy infinitamente agradecida a mi hijo. El solo hecho de criarle ha colocado las prioridades de mi vida en otro orden de magnitud, y se ha convertido en una tarea a la que me entrego con gran dedicación y compromiso.

Conozco muchos casos de madres-coraje que en ciertos momentos se ven inmersas en situaciones en las que tienen que sacar toda su valentía y arrojo. Hace poco me contaba una amiga que ante una repentina caída al suelo de su bebé, había sacado fuerzas "de no sabía dónde" para tomar las riendas de la inesperada situación; ante un bebé llorando desesperado, un marido colapsado por el susto y una escena agobiante, su cabeza de pronto se tornó fría y clara, respiró hondo y tomó el control de la situación.

Esto es a lo que me refiero cuando hablo del coraje de las madres, ya que con una fuerza inusual, traemos a la memoria la sabiduría interior que tenemos aprendida e incorporada de nuestras ancestras, y sacamos fuerzas de flaqueza para mantener la calma y sostener cualquier situación que tenga que ver con nuestros hijos. Todo un regalo para nuestro género. Un auténtico lujo que sólo se vierte si actuamos desde el instinto.

Reflexionando sobre esta situación he sacado 5 conclusiones sobre lo que la maternidad me ha enseñado (y continúa haciéndolo):

- Lo que significa el amor incondicional. Amo a mi hijo sin condiciones y sobre todas las cosas. Mi amor por él no está en juego, es decir, le quiero siempre, por cómo es y por quien es. Con este amor el niño se sabe querido, sin más. Sabe que siempre tiene en su madre un "lugar" en el que se le quiere sí o sí y de esta forma está desarrollando un vínculo seguro que es básico para su crecimiento emocional.
Decía Oscar Wilde: Dar y no esperar nada a cambio, eso nace del corazón, eso es amor.

- A recuperar mi poder personal, empoderarme, reconocer mi poder como mujer y madre, a ponerme en valor. A seguir mi instinto y mi intuición, a no dejarme llevar por lo que ocurre fuera, sino a seguir mi brújula interior. A hallar un espacio de libertad interna que me da la posibilidad de educarle como considero que debo hacerlo, sin interferencias, siguiendo mi instinto y los dictados de mi corazón. Me pongo frente a mi propia manera de hacer las cosas... y esto me encanta!

- A luchar con valentía y coraje por lo que creo y hallar fuerza donde nunca supe que había, ni que existía en tanta cantidad. También me ha enseñado otros valores fundamentales como a tener paciencia, empatizar con mi hijo, tener en cuenta sus ritmos, concederle su poder para ir tomando pequeñas decisiones, tomarme muy en serio mi responsabilidad con él, hacerme cargo, comprometerme con su educación desde mi esencia, desde mi ser. A priorizar, ser un buen ejemplo para él, escuchar mis emociones y pararme a reflexionar antes de que me ataque desmesuradamente la emoción, cuestionar mis creencias, promover la colaboración no la competitividad, apreciar de nuevo las cosas sencillas de la vida.
Porque al educarle aprendo también a equivocarme y a corregirme, a escuchar más y mejor, a liberarme del ego, a salir de mi zona de confort prestando atención a sus necesidades, teniéndolas en cuenta y satisfaciéndolas con prontitud.

- A crear un vínculo muy potente con mi hijo, a través de una comunicación cercana y efectiva, dando lugar a una conexión inmejorable que nos hace vivir muchos momentos especiales y nos llena de alegría por el simple hecho de estar juntos y compartir. Una comunicación que da lugar a la práctica de una educación consciente, positiva y respetuosa, que resulta eficaz para su desarrollo emocional. Este aprendizaje me sirve también para llevar esa cercanía al resto de relaciones significativas en mi vida. 

- La maternidad me ha dado la posibilidad de ponerme frente a mis propias heridas y sanarlas, ya que los hijos nos sirven de espejo frente a nuestra infancia. A la hora de educar se ven expuestos viejos patrones aprendidos en la infancia e incorporados inconscientemente y que hay que tener el valor de cuestionar, porque no todo lo aprendido de nuestros padres se adecúa a la propia manera de educar, ni todo nos funciona. 


Y qué más decir! que le guío en su camino de la mejor manera que sé, esforzándome cada día por mejorar.
Tengo un pequeño gran consejero a mi lado, que me enseña muchísimo cada día.
Un pequeño tesoro de un valor humano incalculable, que me impulsa a ser mejor persona y a darle lo mejor de mí.



Y a tí, ¿qué regalos te ha traído la maternidad?


Imágenes: fuente, Google