En la noche de Reyes Magos...


Este post está escrito por una buena amiga mía y cuenta una vivencia que tuvo lugar durante su infancia en la noche de Reyes. Es todo un ejemplo de cuidado y entrega de su madre hacia sus hij@s, los auténticos reyes de la casa, y todo un ejemplo de aceptación, valentía, generosidad por parte de ella por atreverse a contarlo.

Que disfruteis de la magia de la noche de Reyes que, como dice su autora, está en el disfrute de la familia y en los pequeños detalles humanos, y no el consumismo atroz en el que se ha convertido esta entrañable época. 

Gracias Patrix por compartirlo.
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Los Reyes Magos son los padres y no tienen dinero...

Qué duro debe ser decirle a tus niños que esta noche los Reyes no pasarán por casa...

No recuerdo bien mi edad, ¿9? ¿10 años? Puede ser... Mi madre siempre ha sabido transmitir tranquilidad y sosiego, pero en su mirada había un sentimiento mucho más profundo que una niña de mi edad aún no sabía interpretar... Ahora lo puedo entender.

Ese año se acabó la magia de las Reyes Magos, los dromedarios, los zapatos en la ventana y el vaso de leche. Aunque para ser sincera, nunca me expliqué cómo tanta gente se colaba por el patio (que es donde daba nuestra ventana) ¡y metían los regalos a través de las rejas!

Por una parte, sentí alivio, porque seguía dándole vueltas y no encontraba una explicación convincente. Por otra parte, ese año no habría regalos y tendría que enfrentarme en el cole y en el barrio a la famosa pregunta: "¿Qué te han traído este año los reyes?"

Pues no, no había dinero para comprar regalos a los niños... y todos lo entendimos, a pesar de sentir mucha pena.

Al día siguiente, mi madre nos despertó uno a uno y nos fue dando un detallito: un pañuelo de flores, de esos de tela que ya no existen... Fue una gran sorpresa y lo viví como si fuera el mejor de los regalos, ¡que para mí lo era!

Cuando bajamos a la cocina nos esperaba un vaso de chocolate recién hecho con porras que nos supo a gloria. Y ahí estuvimos todos disfrutando del desayuno de reyes, contentos con nuestros "regalos", porque sabíamos el gran esfuerzo que supuso para nuestros padres y porque, como siempre, no nos habían fallado.

Luego en el colegio reconozco que me dio mucha vergüenza decir lo que me habían traído, pero no fue tan duro como esperaba... Creo que bromeé con que no había sido buena ese año ;)

Desde ese momento hasta ahora, con más o menos presupuesto, intentamos regalarnos ese detallito y seguimos con la misma ilusión. Y lo que nadie nos quita es el chocolate con roscón e intentar vivir ese espíritu, que aunque low cost, nuestra madre se esforzó por mantener.

Lejos de ser un trauma, creo que nos sirvió como enseñanza: restar importancia a lo material y disfrutar de pequeños detalles, mucho más importantes en nuestra vida.

Gracias :)