Nuestro niño interior y su vuelta a casa

Criemos niños que no necesiten recuperarse de sus infancias- Pam Leo

Todos sabemos que uno de los derechos del niño es permitir que se desarrolle plenamente. No solo permitirlo, sino también respetarlo es básico para que alcance su máximo potencial. ¡Gran responsabilidad la que tenemos los padres y educadores!

Diversos estudios demuestran que durante los 7 primeros años de vida se constituye la base a partir de la cual se crea al futuro adulto, por lo que las etapas iniciales son clave en su desarrollo.

Hoy aquí no voy a hablar de nuestros niños, es decir, de nuestros hijos biológicos, sino de nuestro propio niño, el que todos los adultos llevamos dentro, ese niño que fuimos y que aún habita en nosotros...  y lo hará siempre. Nuestro niño/a interior. 

¿Sabes que llevas dentro de ti al niño que fuiste?

Por si no habías oído hablar nunca de ello, te lo resumo brevemente.
 
El niño interior es un concepto nacido de la terapia gestalt y se refiere a la estructura psicológica más vulnerable y sensible de nuestro “yo”. Se forma fundamentalmente a partir de las experiencias que vivimos, tanto las positivas como las negativas, durante los primeros años de nuestra infancia.

De ello entendemos que dentro de uno habita el niño que fuimos, ese pequeño que jugaba en el parque con sus amigos, el que se enfadaba cuando no le daban lo que quería, el que se ponía triste cuando sus padres se marchaban de casa... ese ¡con todo su equipo! Con sus alegrías, sus intereses, sus motivaciones... y también con todas sus heridas.

Por tanto, no sólo tenemos esa responsabilidad de desarrollo de la que hablábamos al principio con nuestros hijos, sino también con nosotros mismos.

 ¿Cómo sanarlas?

¿Cómo reparar esas heridas que se produjeron? ¿Cómo las situaciones que vivimos siendo niños han configurado nuestra manera de sentir, de pensar y de ser en la etapa adulta?

Para tener una autoestima sana y ser personas equilibradas debemos trabajar esas heridas, traerlas a la conciencia, al momento presente, y escucharlas, atenderlas, hacer las paces con ellas, sacar la enseñanza que nos traen e integrarlas en la personalidad adulta. De esta manera dejarán de dolernos o lo harán en menor medida.

¿Cómo lograr que ese niño interior integre el pasado en la etapa adulta? 

Para muestra un botón. Desde hace unos años vengo sanando a mi niña interior, con resultados excelentes sobre mi autoestima, y recuerdo que buscando información en internet sobre este tema encontré un decálogo que me abrió los ojos por su claridad, su firmeza y su honestidad.

Se trata de los 10 permisos que el adulto debe concederse a sí mismo para sanar esas heridas internas, redactadas magníficamente por John Bradshaw, autor del libro Nuestro niño interior.

Dice así:
  1. Está bien sentir lo que sientes. Los sentimientos no son buenos o malos, son. No hay nadie que pueda decirte lo que deberías sentir. Es bueno y necesario hablar de lo que sientes.
  2. Está bien querer lo que quieres. No hay nada que debas o no debas querer. Si eres consecuente de tu energía, querrás expandirte y crecer. Está bien y es necesario conseguir que se satisfagan tus necesidades. Es bueno pedir lo que quieres.
  3. Está bien ver y oír lo que ves y oyes. Todo lo que hayas visto u oído es lo que has visto y oído.
  4. Está bien y es necesario tener diversiones y juegos. Está bien divertirse con juegos sexuales.
  5. Es importante decirse la verdad. Esto atenuará el sufrimiento. Mentirse distorsiona la realidad. Todas las formas de pensamiento distorsionado deben corregirse.
  6. Es importante conocer nuestros límites y retardar el premio. Así sufriremos menos en la vida.
  7. Es crucial desarrollar un sentido de la responsabilidad equilibrado. Esto significa aceptar las consecuencias de lo que haces y no asumir las consecuencias de lo que hacen los demás.
  8. Se pueden cometer errores. Los errores son nuestros profesores: nos enseñan a aprender.
  9. Se deben respetar y valorar los sentimientos, necesidades y deseos de los demás. Quebrantarlos conduce a la culpa.
  10. Está bien tener problemas. Hay que resolverlos. Está bien estar en conflicto. El niño debe entender que en la vida hay problemas, aceptarlo y entrenarse en resolverlos. Es mejor que quejarse por lo injusta que es la vida.

¿Y cómo fortalecer la conexión con tu niño interior? 

Nuevamente Bradshaw propone 4 etapas en su libro y las pauta para que podamos seguirlas y recordarlas con facilidad:
  • Reconocer e identificar los problemas de tener un niño interior herido.
  • Rescatarlo y recobrar el control sobre el niño interior.
  • Proteger y cuidar a nuestro niño interior.
  • Dar nuevos permisos y reglas al niño interior.
Una vez tomada conciencia y sanadas las heridas (puede llevar años de trabajo personal y/o terapia) te sentirás más ligero, con tu mochila menos pesada y con un aprendizaje aplicable a tu vida y a la educación/relación con tus hijos. 

Mi mayor deseo es que todos reconozcamos a nuestro niño interior, lo sanemos y criemos a nuestros hijos con el mayor respecto y amor que seamos capaces de darles, para que no necesiten recuperarse de dolorosas infancias, sino que se desarrollen felices, realizados e íntegros.


Imágenes: PEXELS