Educar es el arte de sacar de ti tus tesoros

Hace unos días mi hijo me sorprendió con esto:
Sabes mami, mi corazón solo quiere jugar, jugar, jugar, jugar, jugar, jugar...
Escucharlo me enterneció de qué manera! Bravo por mi hijo que se escucha y siente sus emociones!

Observar la espontaneidad, la frescura y la autenticidad de los niños es algo realmente maravilloso. Tratar de despojarlos de ellas con obediencia a los adultos no hace más que alejarlos de su esencia, de lo que ellos mismos son.

Desde nuestro poder adulto puede resultar tan sencillo manipularlos, coaccionarlos, enterrar su alma... que aprovecharse de ello me parece terriblemente cruel.



Educar es el arte de sacar de ti tus tesoros
¿Qué tal si nos repetimos esta frase como si fuera un mantra y lo aplicamos con nuestros hijos? entendiendo tesoros como su ser, su autenticidad, su individualidad. El resultado será permitirles que sean como quieran ser y quererles por cómo son.

¿Cómo podemos conseguirlo?
dándoles mucho apoyo y ejerciendo poco control, sólo el necesario para su seguridad y bienestar. De esta manera les permitimos explorar y moverse en su libertad, que es lo que hace aflorar esa espontaneidad y autenticidad, su poder y su marca personal.
Los niños son muy agradecidos cuando se les ofrece un espacio de respeto, contención y aceptación. Enseguida se lanzan a demostrarte su amor.

Ellos nos dan la oportunidad de sanar nuestras heridas, sacar nuestros tesoros también, y a partir de ahí, libre de condicionamientos del pasado, de comprenderlos como se merecen.
En mi caso, educada por unos padres "a la antigua usanza", sobreprotectores y profundamente marcados por los "deberías" de esta sociedad, aprendí a no dar salida a mis propias necesidades emocionales, a silenciar y reprimir mis sentimientos y mis verdaderos intereses.
Esto ha tenido sus consecuencias durante mucho tiempo, pero una vez que tomé conciencia que toda persona merece legitimar su espacio, ser tenida en cuenta, mostrar sus necesidades, expresarse y no reprimir, comencé a caminar hacia la educación en el respeto de la individualidad de mi hijo.

Si un niño crece en un entorno abusivo donde le prohíben expresarse y contiene su rabia, se ve forzado a alejarse de su esencia, de su verdadero ser, acumulando tensiones en forma de miedos, angustias, frustraciones...
Porque enseñarle esto no haría más que anular sus emociones y negarse a sí mismo.

Nuestra única tarea es permitirles ser, y la suya es jugar y desarrollarse en libertad, sin coacciones. Que den voz a su vivencia, que se expresen. Que actúen según sus propias motivaciones, su autenticidad, curiosidad y entusiasmo.

Así tendremos hijos felices y bien preparados emocionalmente para enfrentarse a la vida.
Ofrezcámosles lo mejor de nosotros. Es un deseo humano y legítimo.



Imagen 1: Elena Shumilova
Imagen 2: fuente, Google


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