Mamá, quiero ser artista!

¿Quién no recuerda esta canción?
Mamá, quiero ser artista, ooohhh! mamá, ser protagonista...
Y yo me pregunto: ¿un niño nace o se hace artista? ¿cómo llega a sentirse protagonista de su propia vida?

Siendo madre de un niño de corta edad con el que resulta divertidísimo jugar e inventar y observando lo imaginativos, ingeniosos y agudos que son en general, siento curiosidad por explorar la creatividad y el manejo de las emociones en los niños e invito a reflexionar sobre cómo los padres podemos fomentar que sigan siendo creativos durante toda su vida, que no lo pierdan al llegar a su etapa adulta.

Recientemente he podido comprobar que cuando una persona se encuentra en conexión consigo misma está más dispuesta a inventar y crear, a dejar aflorar su creatividad y a conseguir un contacto fluido con esa misma creatividad; entonces sus niveles de satisfacción y felicidad aumentan. Si no mantiene ningún contacto con su interior es difícil encontrar esa voz creativa.

Picasso decía: todos los niños nacen artistas, el problema es mantener intacta esa creatividad y conseguir que sigan siendo artistas mientras crecen.



Entonces si todos en esencia contenemos esa creatividad, ¿qué hace alejarnos de ella?
¿En qué nos equivocamos los padres, los educadores y la sociedad si permitimos que los niños se alejen de su expresión artística, que se desconecten de sí mismos?

La creatividad es una capacidad innata por la que inventamos o creamos algo, ofrecemos soluciones y alternativas a los problemas, nos aporta flexibilidad y genera apertura mental.

Desde nuestro espacio Educar desde la esencia creemos que si nosotros como padres coartamos o delimitamos esa capacidad sobreprotegiendo, no dejando al niño decidir o anulando sus emociones, esa creatividad se irá apagando poco a poco. Entonces cuanto más le apoyemos a contactar consigo mismo y con sus emociones, más fácil le resultará liberar su expresión interior. Proponemos criar al niño en un entorno de libre expresión para que pueda descubrir sus posibilidades y desarrolle su creatividad; que explore, que sienta curiosidad por lo que le rodea, que se cuestione las cosas, que sienta sus emociones, permitirle ser él mismo, que mantenga su espontaneidad, motivarle, potenciarle, darle nuestro apoyo en todo momento... esto le acerca a su esencia. 
Pintar, danzar, escribir... cualquier tipo de arte que muestre es válido, lo importante es que se exprese, que le conecte, que le nazca. Los beneficios para su vida son enormes.

Al educar a un niño pequeño me he dado cuenta de lo importante que es abrirse a la creatividad a la hora de relacionarse con él, para evitar conflictos o hacerle sentir mejor en una determinada situación.
Hoy en casa he tenido que aplicar la creatividad para hacer que mi hijo se sintiera mejor. Durante la noche le picó un mosquito en la mano. Se sentía molesto, irritado y no paraba de lloriquear. Me propuse arreglar la situación de una manera distinta y original, y escenifiqué la siguiente escena: me imaginé que agarraba por el cuello a ese mosquito traidor, y mirándole fijamente a los ojos y hablándole con voz de dibujo animado, le dije: porque en nuestra casa no entran mosquitos picadores de manos de niños...
La escena resultó de lo más divertida y al niño se le olvidó enseguida su malestar.

Este sencillo ejemplo nos sirve para conectar con las emociones de nuestro hijo, ampliar su capacidad creativa, le enseña a manejar las situaciones desde otro punto de vista más positivo, original y divertido, y hace que se sienta acompañado, atendido y aliviado.

Conseguir que el niño sienta esa conexión consigo mismo es un tema de dedicación y paciencia por parte de los padres. Un ambiente familiar positivo, flexible y motivador le va a permitir desarrollar su creatividad. Debemos ofrecerle un interés verdadero por sus asuntos, ayudándole a que vaya conociendo sus emociones y las exprese de la manera más creativa posible, empatizando cuando tenga una emoción intensa, haciéndole consciente de lo que le está pasando, no censurarlo ni alejarlo de lo que está sintiendo, sino tratar de acercarle a ella. Conocer e integrar sus emociones le va a permitir tener el control de su vida y esto le hace protagonista de su propia vida. Si le dejamos vivir en función de sus necesidades, no de las nuestras, sabrá lo que necesita y buscará creativamente la manera de conseguirlo.

Para cultivar la creatividad en nuestros hijos proponemos la siguiente fórmula:

Curiosidad + imaginación = creatividad.
La curiosidad pone en marcha la imaginación y ésta activa la creatividad. Un creativo es considerado artista; un artista es una persona conectada consigo misma, que expresa su arte, y esta conexión le lleva a ser protagonista de su propia vida.

El primer paso para fomentar su curiosidad e imaginación es estimular sus sentidos a través de leer cuentos e inventar historias juntos para que vuele su fantasía, jugar mucho con él, enseñarle cómo funcionan las cosas, proporcionarle nuevas experiencias, que observe el mundo que le rodea, que mantenga contacto con la naturaleza, ofrecerle diálogo y comunicación, fomentar las buenas relaciones, y sobre todo dar ejemplo... importantíiisimo! No es difícil, es comprometerte con tu hijo y con tu ma/paternidad.

Está en nuestras manos. Permitámosles ser artistas y protagonistas de sus vidas.
Favorezcamos la conexión con ellos mismos y ojala cada vez más niños, fruto de ese contacto interior, alcen la voz y digan: Soy un artista, quiero BRILLAR!


Imágenes 1 y 2: fuente, Google